Juan
Pablo Fernández Jiménez 7
de mayo de 2015
Ética, Persona y Sociedad
Doctora Alicia Ocampo Jiménez
Un urbanismo incluyente es ética
aplicada
Resumen
El
tema que se aborda en este ensayo consiste en
la planeación urbana y la
relación de la misma con una sociedad que desea fundamentarse en principios éticos para
asegurar la dignidad de todas las personas y vivir en una relación de igualdad
dentro de la urbe. El problema ético radica en que para lograr que todos los
ciudadanos vivamos en dicha relación de igualdad, en un espacio urbano
compartido, la planeación de una ciudad no debe de ser parte de los factores
que provoquen la desigualdad y la injusticia.
Se
plantea primeramente la relación entre el urbanismo y la dignidad de las
personas, para llegar así a la afirmación de que una manifestación ética bien
puede ser un urbanismo incluyente, tal urbanismo es un principio de ciudadanía
de singular importancia, pues vemos que la estructura urbana manifiesta los
valores de una sociedad. Son abordados desde esta perspectiva algunos de los
dilemas éticos a los que se enfrenta la planeación urbana que persogue el fin
mencionado, tales como el tráfico y la movilidad, el acceso a los recursos, las
formas democráticas de disponer de los diversos medios de transporte y el
importante factor que es la seguridad dentro de la estructura urbana.
En
suma, los conceptos de urbanismo, ética, la dignidad del hombre y la ciudadanía
son relacionados para dejar en claro ciertos juicios éticos con respecto a la
planeación urbana y a la vida dentro de la ciudad. Es evidente que en este
ensayo no fue posible abarcar todos los aspectos de la vida en sociedad dentro
de la ciudad, pues el tema tratado es realmente extenso y es prudente afirmar
que bien vale la pena estudiar todos los aspectos de la ciudadanía no abordados
aquí desde la óptica de la ética.
Palabras clave: urbanismo, ética, justicia,
estructura urbana, dignidad humana, ciudadanía
Desarrollo
La
movilidad ineficiente, el tráfico y la congestión de las calles y avenidas, la
mala planeación urbana, la estructura urbana que margina, las deficiencias del
espacio público que difícilmente es un lugar seguro de recreación, esparcimiento
y respeto, la discriminación entre los medios de transporte que sólo favorece,
y apenas un poco, al automóvil, así como las terribles consecuencias de la
contaminación por la quema de combustibles, ente otras cosas, nos hacen
replantearnos de raíz el urbanismo, esta vez desde una fundamentación ética,
pues el panorama descrito (el que padecemos en nuestra ciudad) atenta contra la
dignidad humana, divide a la sociedad, aumenta la marginación, y discrimina a
unos sobre otros de diversas maneras.
La
dignidad humana, hay que enfatizar, se ve amenazada por la situación actual de
la estructura urbana y la deficiente movilidad. Por otra parte, la democracia
también se ve afectada por esta misma problemática. La dignidad de la persona
está dada en sí misma a toda persona, no es concesión. La persona debe vivir
por tanto en un entorno digno que le permita perfeccionar sus capacidades. La
persona debe tener la posibilidad de integrarse en una sociedad y desarrollarse
en ella de la mejor manera. Esto debe reflejarse en una ciudad digna, donde la
estructura de la ciudad y la distribución del espacio no marginen por sí mismos
a las personas ni agrande las diferencias de posibilidades vitales. El espacio
público no puede ser motivo de marginación para nadie, no puede haber mejores
espacios públicos que otros. Armando Alcántara y Verónica Marín desarrollan un
concepto interesante de ciudadanía que ubica a los ciudadanos en un papel de aspiración ética con miras a la
sociedad en general: “Un concepto maximalista de la ciudadanía implica
una identidad concebida
como parte de
una comunidad viviente,
con una cultura democrática,
derechos y obligaciones, un sentido del bien común y de la fraternidad”. “La
ciudadanía llama a la integración social, a la conciencia de pertenencia a una
ciudad” (Alcántara, Marín. 2013, p. 8).
Debe
ser un principio de ciudadanía que la estructura urbana donde se desenvuelve
una sociedad sea incluyente, justa y democrática. Nataly Restrepo señala la
relación existente entre el espacio público y la urbanización con el bienestar
y con los ideales éticos y democráticos (Restrepo, 2013). Como ciudadanos es
necesario vivir en la ciudad en convivencia armoniosa con las demás personas.
Es importante practicar la inclusión y la justicia no marginando a nadie en
nuestra interacción con el espacio público. Hay que pensar en el bienestar de
toda la ciudadanía y pensar en los ideales democráticos. La ciudadanía, vivir
en la ciudad implica convivencia, y qué mejor que sea dentro de una cultura ciudadana.
La ciudad es para todos y su estructura debe atender las necesidades de todos
según la justicia y la democracia. El espacio público debe proveer de
oportunidades recreativas y de bienestar que muchos en una sociedad no tienen
acceso de manera privada, por ejemplo un buen jardín. En este sentido, es muy
interesante la perspectiva del ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, que
plantea en su obra Convivencia como
armonización entre ley, moral y cultura,
asegura que es
necesaria la convivencia
social y que se
desarrolle una cultura ciudadana (Mockus, 2002, p. 34).
Bajo
esta idea de cultura ciudadana, parece pertinente afirmar que los valores de
una sociedad se ven reflejados en la estructura urbana, por tanto, una buena
estructura urbana es propia de una cultura ciudadana desarrollada. Esto también
lo sostiene el sociólogo urbano Francois Ascher, cuando afirma que “Las formas de las ciudades, tanto si han
sido pensada específicamente como si son el resultado más o menos espontáneo de
dinámicas diferentes, cristalizan y reflejan las lógicas de las sociedades que
acogen” (Ascher, 2004, p. 20). Es válido decir entonces que una sociedad con
una cultura desarrollada en valores de ciudadanía refleja en la estructura
urbana las ideas de justicia, inclusión y democracia. Una sociedad que en
cambio valora el consumismo y el materialismo, la estructura urbana margina de
las zonas de consumo de bienes costosos a las personas que no tienen capacidad
de consumir esos bienes. Ahora, parece atractiva la postura del ya citado
Mockus, cuando asegura que para
desarrollar una cultura ciudadana hay que “Aumentar la capacidad de
comunicación de los ciudadanos
(expresión, interpretación) a
través del arte,
la cultura, la
recreación y el
deporte”. Estos valores parecen ser más deseables para una sociedad con
una cultura ciudadana más desarrollada.
Resulta
importante reconocer estos valores como necesarios, pues las consecuencias de
lo contrario han sido lamentables. “En las economías modernas resulta imprescindible
un sistema de transporte adecuado que posibilite la movilidad poblacional y la
consecuente accesibilidad a los servicios. Sin embargo, su configuración actual
está provocando fuertes externalidades negativas y genera gran parte de los
problemas de sostenibilidad ambiental, social y energética” (Lizárraga, 2006,
p. 3). Es evidente que el tráfico y la dificultad para la movilidad afectan la
calidad de vida de los ciudadanos, y hace falta mucho por hacer. “La eficiencia
del transporte es un requisito indispensable para garantizar la movilidad a
mediano y largo plazos, especialmente en las principales ciudades de México,
así como la salud y el bienestar de sus habitantes” (Calvillo, Moncada, 2008,
p. 1). El traslado en las ciudades mal planeadas resta tiempo a las personas
para dedicarse a actividades productivas, además tiene malas consecuencias en
la salud y en el medio ambiente. El tema del tráfico en las ciudades conjugado con la mala planeación
urbana y una estructura no democrática tiene una serie de consecuencias
nefastas y absolutamente injustas en diferentes grados según el nivel
socioeconómico.
Las
vías de tránsito en zonas de nivel socioeconómico alto son más seguras que en
las otras zonas y tienen mejores sistemas de alumbrado y alcantarillado. Las
ciudades diseñadas para el automóvil marginan por completo a quienes no tienen
la capacidad de adquirir uno: en transporte público o en bicicleta además de
correr más peligro se enfrentan a más tiempo perdido por los traslados y muchas
veces las calles o el transporte público no llegan de manera óptima a sus zonas
de residencia. Para el pobre este es un círculo vicioso que afecta sus
capacidades laborales e incluso su calidad de vida en familia, una madre o un
padre de familia que se transporta por medios públicos se arriesga a pasar
menos tiempo en su casa, a tener menos tiempo de descanso y de recreación
saludable.
Podemos
ejemplificar esto usando herramientas como Google Maps, donde se pueden
apreciar las diferencias en los tiempos de traslado y comprar lo tipos de
traslado. Para llegar de la universidad, el Tecnológico de Monterrey en
Guadalajara, a mi domicilio de residencia se marcan 22 minutos de traslado en
automóvil, y el buscador no encuentra la manera de llegar en transporte
público, hay que destacar que la colonia de mi domicilio es de un nivel
socioeconómico alto. Otro ejemplo es el traslado de la universidad a uno de los
centros comerciales de la ciudad al que va mucha gente, la Gran Plaza, para
llegar ahí se indican 25 minutos en automóvil sin tráfico, y la opción del
transporte público te marca 36 minutos. En este centro comercial va mucha gente
de compras, pero también ahí tienen que llegar empleados, personal de limpieza
y otras personas que usualmente usan el transporte público y que según estos
datos hacen el 40% más de tiempo en hacer ese traslado.
Apoyando
esto último, citamos a Marcia Villasana que dice que “Ciertamente, el fenómeno
del crecimiento de las zonas urbanas ha derivado en la ampliación de la brecha
socioeconómica entre la población. Dicha brecha, manifestada en la forma de
pobreza, desigualdad, crimen y violencia, vulnera de manera particular a
aquellos ciudadanos en condiciones de pobreza a limitar su habilidad de
adquirir los niveles de capital humano que potencien sus capacidades para mejorar su nivel de
bienestar” (Villasana, 2011, p. 176). Hay que repetir que una sociedad con
valores éticos debe reflejarlos en una estructura urbana, además es necesario
que esta sociedad permita el acceso a los distintos recursos a toda la
población. Si la sociedad practica los valores éticos de ciudadanía, justicia e
inclusión debe permitir que el grueso de la población tenga un acceso
equitativo a todo tipo de recursos necesarios.
La
educación, las fuentes de trabajo, los espacios abiertos, el entretenimiento,
la movilidad, los servicios deben de estar al alcance de todos. Así,
disponiendo el espacio urbano con estas prioridades, se brinda la oportunidad
de desarrollo a la población en general. Retomamos a Francois Ascher, quien fundamenta
que la realidad física de las ciudades es una objetivación de las disposiciones
éticas y sociales de la población. Ascher asegura que la sociedad actual
presenta una diferenciación social que impregna todos los ámbitos de la
vida, especialmente la
división del trabajo, que
hace que para
el proceso productivo
se necesite una diferenciación territorial
dentro de la
ciudad (2004).
Para
finalizar esta línea argumentativa, se ve conveniente agregar la idea de que
una estructura urbana justa y democrática planteada como principio de
ciudadanía tiene como consecuencia la seguridad de la sociedad. “la
diferenciación social parece ir pulverizando poco a poco una
sociedad en la
que los individuos
más diferenciados y
autónomos comparten sólo momentáneamente valores
y experiencias sociales”
(Ascher, 2004, p.
39). La desigualdad es un determinante de violencia, y así lo será una
desigualdad en oportunidades de movilidad. Si un medio de transporte tiene
evidentes ventajas sobre otro, que se ve discriminado por la misma estructura
urbana, la desigualdad está dada y la violencia y el crimen pueden esperarse.
Por lo tanto, si el transporte público tuviera más ventajas de movilidad y
fuera efectivo, a un nivel parecido al del automóvil, es poco probable que un
usuario de transporte público intente adquirir un automóvil por medio del robo
u otra violencia. “Si bien las ciudades representan oportunidades para mejorar
el nivel de bienestar, y que la urbanización no necesariamente genera
externalidades negativas, la pobreza y la desigualdad se han identificado como
determinantes del crimen, violencia y erosión del capital social” (Villasana, 2011, p. 177).
Un
ejemplo de esto es el Estado de México. Esta entidad concentra la mayor cantidad
de pobres, al mismo tiempo que presenta algunos de los municipios más
acaudalados del país, es también una entidad que ha presentado los índices más
altos de homicidios, secuestros y extorciones. "La entidad federativa que
experimentó el mayor número de homicidios dolosos durante el primer mes del año
en curso (enero) fue el Estado de México en donde se denunciaron 176 casos, lo
que representa el 12.6% del total de registros en todo el país"
(CNNMéxico, 2014). Tenemos que “el reporte sobre el Índice de Desarrollo Humano
(IDH) Municipal 2000 – 2005, publicado en el 2008 por el Programa de Naciones
Unidas sobre Desarrollo (PNUD) señala a la entidad como una de las que más
contribuye a la desigualdad nacional” (CNNMéxico, 2011). Todo esto coincide con
que “La movilidad en la zona metropolitana de la Ciudad de México se
caracteriza por darle prioridad al transporte privado y por un transporte
público caro, de mala calidad e inseguro. Se trata de un problema que impacta
la salud pública, la competitividad y la calidad de vida de los habitantes de
la zona” (El Poder del Consumidor, 2014). Además, a raíz de una encuesta
realizada por el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo, tenemos
que “Las complicaciones de trasladarse en transporte público son claras: 32% de
los encuestados utilizan dos transportes diferentes cuando van a la ciudad,
mientras hay un 39% que utiliza cuatro o más. Los más utilizados son el Metro
(83%) y combis del Estado de México (77%). Llama la atención el bajo porcentaje
de quienes utilizan transportes no motorizados: 8% utilizan bicitaxis, 7%
bicicleta propia y 4% el sistema Ecobici” (El Poder del Consumidor, 2014).
Conclusión
A
manera de reflexión final, es pertinente afirmar a raíz de lo expuesto a lo
largo del ensayo, que siendo cierto que la dignidad de las personas se debe
reflejar en la estructura urbana, el espacio público debe ser tan digno como la
persona, y esto debe ser un principio de ciudadanía y de justicia, así la
estructura urbana es más incluyente y democrática. A lo largo de este ejercicio
se ha pretendido mantener constante la consideración de la ciudadanía en su
realidad global, por lo que estos principios aspiran ser aplicables en
cualquier conglomerado urbano.
Se
padecen ya las consecuencias de ignorar estos principios éticos, es
experimentado en el día a día el tráfico, la dificultad para la movilidad, las
deficiencias del transporte público, el riesgo de usar medios de transporte
sustentable, entre otras cosas que afectan la calidad de vida de los
ciudadanos. Los valores éticos deben reflejarse en evitar todas estas amenazas
a la dignidad humana. Está claro que se necesita que estas realidades reduzcan
en el futuro inmediato, al igual que el acceso a recursos como los servicios
básicos, educación y transporte, deben estar al alcance de todos gracias a una estructura
urbana que se fundamenta en principios éticos.
Quisiera
cerrar el ensayo insistiendo en que las políticas públicas deben promover, dar
seguridad y dar prioridad a principios democráticos del urbanismo como el
ciclismo, el transporte público, las zonas recreativas y educativas y el acceso
a los recursos en general. No es deseable lo contrario. Los avances en la
ética, las políticas públicas, las ciencias y la organización del espacio deben
ser una sólida base para que todos los ciudadanos podamos desarrollar nuestras
capacidades humanas, libertades, obligaciones y derechos.
Referencias
Básicas
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Editorial. Recuperado de:
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Recuperado de: http://elpoderdelconsumidor.org/transporteeficiente/es-hora-de-conformar-un-plan-integral-de-movilidad-y-transporte-publico-en-el-valle-de-mexico/
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Restrepo, Nataly. (Octubre de 2013). Urbanismo social en Medellín: una
aproximación a partir de la
utilización estratégica de
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http://0-search.proquest.com.millenium.itesm.mx/socscijournals/docview/1558845641/E16CDF20122A48E9PQ/3?accountid=11643
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